Un poemario, por lo general, se lee despacio. Algunos poemas hoy, otros mañana. Pero Color carne, de Erika Martínez, seduce al lector desde Genealogía (primer poema) y, en la mayoría de los casos, no lo deja apartar la mirada de sus páginas hasta llegar a la última.
Uno de sus versos dice "todo lo cálido busca refugio": hay algo de refugio, de lugar acogedor, en los textos de Erika.
Además, este libro obtuvo el primer premio de poesía joven de RNE (Radio Nacional de España) 2008.
Editorial Pre-textos, Valencia. 2009.
Color carne es un título interesante. En tus poemas me parece haber encontrado la antigua dicotomía entre alma y cuerpo, carne y espíritu. ¿Es así? ¿Hay un ganador en esta batalla?
No siento que haya una dicotomía de esa clase en mi poemario. Ni siquiera creo que cuerpo y alma sean dos categorías que se correspondan o estén unidas: para mí sólo existe la materia autoconsciente, y a veces ni eso. Muchos poemas de Color carne hablan de la fisicidad como una realidad autónoma, plena, que incluye la capacidad de abstraer y sentir. Yo escribo sobre el pensamiento en términos fisiológicos, los únicos que comprendo y que, a mi parecer, dan una idea profunda de la realidad.
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Genealogía
El día que me atropellaron
mi madre, en la consulta,
sintió que le crujía
de pronto la cadera,
mi hermana la clavícula,
mi sobrina la tibia,
mi pobre prima la muñeca.
El día que me atropellaron
mi madre, en la consulta,
sintió que le crujía
de pronto la cadera,
mi hermana la clavícula,
mi sobrina la tibia,
mi pobre prima la muñeca.
Les siguieron mis cuatros tías
y mis firmes abuelas,
con sus costillas y sus muelas,
con sus respectivas sorpresas.
Entre todas, aquel extraño día,
se repartieron
hueso por hueso,
el esqueleto,
que yo no me rompía.
Les quedo para siempre agradecida.
GRACIAS A "LA LECTORA" LA BOLA COMIENZA A GIRAR....